Como todo en la vida, existe un porqué de los sucesos y los devenires que vivimos a diario.
A nuestro protagonista de hoy, Carlos Reina (@_c.reina en Instagram), los acontecimientos le han marcado hacia los propósitos del fututo de manera notoria. En la historia que descubrirás a continuación, podemos decir que ha tenido felicidad, tristeza, mucha tristeza, y por fortuna, claridad y futuro.
Todo empieza en Sitges, un bello pueblo de la costa catalana. En un campo de tierra, irregular, vallas laterales oxidadas, sin espacio entre la banda y el público, vestuarios dantescos… donde un apasionado de la portería de fútbol vive por y para ella, junto con todos sus compañeros y entrenador, una afición fiel a los suyos, con un futuro prometedor, ganando muchos y muchos partidos, Ligas, ascensos y reconocimientos… Todo iba bien, hasta que un buen día la crudeza de la realidad hace despertar del sueño por la pérdida de la persona que más significa para él: su amada madre, la mujer que le guiaba, que le adoraba y resolvía todas sus dudas.
Ante este momento dramático, se produce un terremoto en la vida familiar con el desvío de la atención de la otra mitad de su todo. Esta situación generó una maduración extrema en pocos meses, teniendo que apartar estudios, sueños y juventud por la falta de recursos para buscar nuevas experiencias que no siempre fueron positivas.
En ese periodo de tiempo, aquello que para él representó ser su zona de confort no le falló. Continuó teniendo reconocimientos y avanzó rodeado del calor de toda la gente que formaba ese equipo y esa escuela de fútbol, siendo una de las joyas de la corona y departiendo plato y mantel con el actual portero de la Lazio de Roma (Pepe Reina), situación muy curiosa el ver a esos dos porteros jugar un partido y realmente demostrando que el protagonista tenía las mismas características para poder llegar a ser un guardameta con futuro en este deporte.

Pero como en muchas ocasiones en la vida, la carretera no siempre es recta. Hay momentos en los que te encuentras curvas, subidas, bajadas, charcos de agua y hasta hielo en la calzada, situación que te hace levantar el pie del acelerador, apretarlo o simplemente perder el control del vehículo.
Siguiendo con nuestro muchacho, la verdad es que la situación personal primaba por encima de la situación deportiva, hecho que desviaba la atención en infinidad de ocasiones la atención de la pelota, poniendo el foco en distracciones y compañías que no ayudaban a poder conseguir ese sueño que tenía desde que era niño.
A pesar de todo ello y nunca perdiendo esa sonrisa tan característica de él, encontró siempre un camino, ya fuese en la última categoría del fútbol regional o en la penúltima, cobrando o sin cobrar, para seguir ejerciendo su pasión en sus ratos libres.
Por fortuna, encontró un camino paralelo, o dos mejor dicho, los cuales le han ayudado junto al fútbol, a ver que siempre hay un mañana, y que en ese devenir, puede que salga el sol.
Esas dos motivaciones fueron, primero, una chica joven, simpática, dicharachera, de un barrio humilde, con una familia pequeña, pero con un gran corazón, de la que desde el primer día se enamoró y de la cual pondría la mano en el fuego, llamada Lorena Baño (@lorenabano en Instagram) Ella no dejará de ser su oxigeno para seguir respirando. Y la segunda: las plantas, aquellas que todo lo escuchan y nunca opinan, las cuales han hecho reparar muchos de sus tormentos.
Podría parecer que con toda la ayuda que contaba, ya podía seguir navegando en el mar de la vida, teniendo algo en qué agarrarse a nivel personal y deportivo. Acabó su carrera como jugador a una edad temprana por decisión propia y quizá por falta de motivación, la cual resulta demasiado habitual en la vida deportiva de cualquier persona por el cambiante mundo en el que habitamos.
A pesar de haberse apartado de la actividad como jugador, siempre había querido seguir ligado de alguna manera a la pelota y la portería, por lo que se inició en la formación de jóvenes con esa ilusión con la que él empezó y que duró hasta que empezaron las curvas tan cerradas con las que se topó por el camino.
En paralelo, nunca se desligó del ambiente que envolvía sus amistades futboleras, hecho que le hacía estar muy presente en el día a día de las personas que seguían en activo. Un día, un allegado, le preguntó si quería volver a formar parte de un vestuario, como portero y con el rol de ayudarle a salvar una situación extrema de negatividad deportiva.
Después de unos minutos u horas, aceptó… y no sólo eso, sino que puedo reafirmar, que fue clave en el futuro de ese equipo. Con su ilusión, con su empeño… quizá no jugaban mejor, quizá no eran mejores jugadores o porteros, pero contagió a sus compañeros del sentimiento por esos colores e hizo comprender que nadie podía no darlo todo en el campo cada día, que cuando tocaba trabajar había que hacerlo y que cuando había que celebrar, él sería el primero.
Todo ese trabajo invisible hizo que el capitán del barco, tomase una decisión drástica pero a la vez acertada, la de hacer esa misma temporada la de su retirada definitiva, ofreciéndole ser su ayudante, su persona de confianza, su confesor y paño de lágrimas.
Y no todo fue fácil. No fue sencillo encajar dos piezas tan distintas, pero con paciencia, pasión y humildad, ni qué decir tiene, que se consiguió. El viento soplaba a favor para sacar el mayor provecho a nivel deportivo, consiguiendo hechos históricos para la entidad y se podría añadir que también la población, haciendo sombra a clubes potentes con presupuesto infinitamente superiores, con instalaciones, aficiones, organización muy superiores a la de ese pequeño club de esa villa tan enamoradiza.
Durante aquellos años todo eran sonrisas, trabajo, risas, preparación, victoria, decisión y alguna que otra decepción, aunque fueron pocas. En aquellos años se vencía por juego, por entrega y por humildad a clubes que venían de 2ª B, a entrenadores que actualmente están en 2ª División B, en clubes importantes a nivel profesional, compitiendo al máximo nivel Nacional, etc.
Estaban en la cresta de la ola, haciendo creer a todo el mundo que se podía con cualquiera, que aunque el campo tenía dimensiones reducidas, se podía jugar efectivo al fútbol, que aunque el rival fuese superior, el sacrificio hacía resolver el partido… hasta que otra vez, una situación inesperada le hizo despertar del sueño.
Una tarde, después de probablemente una de las victorias más logradas de esos años, el protagonista se extrañó de no ver en la grada a su fiel seguidor, esa persona que le seguía por todos los campos: su padre. Ese hecho le pareció raro, a la vez que preocupante.
¡Qué situación! Pasar de estar festejando y quedando para ver un Atlético Madrid- F.C.Barcelona, pizzas, unas cervezas… a encontrarse una vez más la cruda realidad de la vida. Un viaje eterno de camino a la casa del padre con la certeza de que algo iba mal, de que la situación no iba a ser agradable. Unas escaleras que se hacían interminables, unos golpes que retumban en la memoria y un devenir dramático una vez más, esfumándose parte muy importante de su vida.
Una vez más tocaba remar, otra vez más llegaba el momento de encontrar algo por lo que levantarse cada día, por lo que sonreír y ver que el horizonte tenía luz, la cual tenía que encontrar para seguir luchando.
Y detrás de ello, el fútbol, otra vez el dichoso fútbol, en el que utilizarlo como paraguas cuando diluvia, de pañuelo cuando uno se constipa o de medicina cuando se enferma. Qué alivio y qué paz le daba el fútbol, qué momento de distracción, vital para sobrellevar el arduo camino con el que se estaba encontrando.
Los resultados en aquel momento pasaron a un segundo plano, quizá un tercero o cuarto plano, o directamente, daban igual. Lo único que importaba era la sonrisa que reaparecía en su rostro sólo con ponerse unos guantes de portero o tocar la dichosa pelotita.
Qué pasión tan grande por la pelota de la marca que fuese, con cualquier tacto,…sólo verla acercarse, hacía cambiar esa cara tan expresiva que se había vuelto a apagar hasta la actualidad, manteniendo sus dos pasiones: esa chica dulce y sonriente y esas plantas resplandecientes, que junto con su amado fútbol, le han devuelto a la vida consiguiendo hacer que los desaparecidos estén muy orgullosos de lo que ha conseguido: 2 princesas de cuento y un futuro prometedor.
Dedicado a una persona importante en mi camino, una demostración de que lo que une el fútbol, perdura para toda una vida.